27 octubre, 2010

hasta siempre compañero

Con alegría, un bolso que no parecía de cartero colgado al hombro, mati y pongámosle pedro, entrábamos a un edificio del centro, y a la imaginación de un portero, jefe y carismático de todos los pisos, y nuestro, sin mediaciones. La mañana empezó siendo una, tan lejana en impresiones, que no llego a recordar. -Está internado nestor, me dice la negra, que buscaba evitar informaciones tendenciosas y avisarme después. Guardo la preocupación en las cejas, y empiezo el primer censo. El mismo que días antes había querido aprovechar para algo más; escuchar qué se anda pensando en casas a las que nunca entro, ver los ánimos. Me vibra el bolsillo de la camisa. Sin parar. Sigo sentada en la mesa de una desconocida, dibujando crucecitas en casilleros. Me inquieto. Intuyo. No hay televisores ni radios prendidas, no hay ni siquiera una luz prendida, ni en el living ni en la mirada o el pelo de la señora. No digo nada. Alcanzo por las escaleras una voz; se murió. La suelto. Yo también me quedo sin luz. El celular sigue vibrando en el bolsillo. Seis, siete departamentos que abrieron la puerta y vieron pasar a una censista con ojos rojos, y tristeza en las manos. Jóvenes tristes, viejas no kirchneristas llorando en soledad al lado de radios que tenían más de cincuenta, sesenta años. Las mismas, sí. Raídas, intactas, diciendo que. Algunos indiferentes. El recuerdo del Luna me volvía. De San Juan. Con las manos apretadas. Queriendo terminar el censo, con bronca, para parar. Pedro me cruza en un pasillo, me mira y estaba lejos de la tristeza pero entendía. Con Mati nos miramos sin hablar. Caminamos a la escuela, a dejar los formularios. Y entonces pensar, más libres. Calles que eran solo de los pajaritos ese rato. El aire triste. Qué mierda, lo que hablamos de la muerte ayer maría, eso, el peso, determinado, sin vuelta atrás. Todo lo que tenemos canalizado en él, tantos, ¿guardarlo, llorarlo, enojarnos? Una bronca naciendo, incontenible, contra todos los comentaristas forros. La vida que sigue, dibuja sobre nuestro dibujo. político, humano, histórico. El primero al que le canté enardecida con alegría. Porque era cantarle a él, que sin conocerme, en la emoción del luna, me respondió. La primera muerte que me hace hablar, aunque también me deje sin palabras.
estamos muy tristes, el pueblo argentino está de luto, murió un verdadero líder popular, en su honor seguiremos levantando su nombre y su bandera; agustín, de la fierro.
Quedate tranquila, ella es fuerte y va a salir y llevar el país adelante; mamá. Si mamá, y entiendo que cuando murió perón también muchos festejaban, entiendo que tus viejos eran radicales y no por eso los odiabas, sé que hay otros que piensan distinto, pero es la bronca, que aún racionalizada, no cede, ante las pelotudeces que no vale la pena reproducir y que no quiero escuchar hoy ni mañana. No quiero el bar de la pirula del viernes. No quiero esta vida loca y su loca realidad que se ha vuelto loca.
A las siete en el centro cultural paso de los libres. A las ocho al monumento. Mañana Buenos Aires. Y a meterme en algún huequito, entre compañeros, para que la tristeza no sea esta desilusión en todo lo que miro,adentro de un cuarto vacío.

1 comentario:

Matías dijo...

Muy buen relato. Entre las primeras cosas que pensé fue cómo iban a hacer para bancársela mis amigos K que estaban censando...

PD: Ahí le voy a pasar a Sofi mi mail así hablamos che, besos.