No tengo ganas. Pero quiero, sin esfuerzo, vivir aunque sea en palabras, lo que se me ocurre. Para divertirme y para decir acá estoy, por ahí andaba, podes venir.
Anoche dos amantes se encontraron después de un par de años sin verse. Ese par de años que cumple el enano, que se asoma de atrás de la pelota de futbol en una foto de la repisa del living del segundo departamento de una familia chica, joven, prematura. Justo en ese momento. ¿no podía esperar un par de meses, que lo nuestro no durara, que yo desapareciera, que vos me digas hasta acá llego y me voy porque tengo miedo, o que me digas, es una relación de años y no quiero arruinarla, que es lo mismo. No podía esperar que nos sacáramos todas las ganas, que nos exprimiéramos y enroscáramos y nos tiráramos rodando de las lomas de Paraná, que nos creyéramos dueños del mundo y de la vuelta a la propia vida? No, tenía que despertarnos a mitad de la noche, el cuarto desordenado, las ilusiones primeras, esas de, nada es verdad qué bien la pasamos. Y nos pusimos serios, nos agarró desprevenidos, nos soltamos la mano, yo estaba triste, él asustado, unos meses de mierda, ese año. Nos dejamos de ver. Se venía mudanza y la transformación del impacto primero en alegría una vez enajenado en las ilusiones de los abuelos, el latido en la panza, la continuidad de uno, aunque no tan así, pero. Para mí el garrón era traer otro al mundo. Le dijiste que existe papá Noel le pregunté anoche, y se sonrió, siempre hacía eso de reírse así, y todavía, de mí y a mí me gustaba y me gustó que sonriera, porque además sé cuándo se viene esa forma de mirar, cuándo dejamos de aceptar y hacemos cortocircuito y entonces yo lo miro pelear y él me mira pelear y creemos entendernos un poco más o gustarnos un poco más, que se yo, parecen dos días largos pero son dos años o capaz tres, de distancia, nosotros cerca pero los años en el medio, mi departamento de estudiante, tu cara de cansado, la inocencia que vamos perdiendo.
Lo inesperado fue que dejáramos pendiente lo que en esos días, hace dos o tres años, era simple espontaneidad, los pies acariciándose en una silla abajo de la mesa mientras arriba nos reíamos entre locas y locos sin escandalizar la mirada, tranquilos, cómplices. Tengo una carpeta de cosas pendientes. Frases a la mitad. El recuerdo interrumpido de Javier. Estos pies acariciándose sin mesa que los tape, sin amigos que distraigan, con la simple espontaneidad intacta y la resignación tapando la pendiente. Lo inesperado fue haberme callado, que sigas hablando, no poder decirte, acá estoy, por ahí andaba, podes venir. Son vueltas,
estaba inaccesible en las hojas de historia y no tenía ganas pero me bañé y salí, el aire de la noche, los años vueltos días, el departamento lleno de juguetes, otra vez los pies en la misma silla. esa forma de mirar.
07 marzo, 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario