Una de las tantas frases que me resuenan desde la exaltada conversación con licha.
Cierto, cronológicamente inevitable, mecánicamente radical, idealmente fabricado. En los tres casos, y en conclusión. ¿escucha el mito en construcción?
La homogeneidad simple de luchas que no lo son cuesta años, tarda procesos, en resurgir, creerse o cristalizarse. Por eso el festejo de hoy. Es básicamente encontrar varios y un espacio en una sociedad revoltosa, que es también varias al ritmo de los des-tiempos conocidos y potenciados por las dimensiones. Si fuera espontáneo coincidiría no sólo la base y el poder, sino hasta tal vez la oposición. Lo desencajado es la vida, esa totalidad arisca, y la incompleta confluencia que por ser tan obvia en su invitación a frenar, nos mueve, entrenados desde la tocada y el perseguido perseguidor, en la atracción de lo que no se deja atrapar. Es esa fragilidad que cabe en los hombros levantados que se tiran a caer, el peso reemplazado por el suspiro casi cómplice. De hecho que estamos fragmentados, históricamente limitados por calles estructurales que delimitan algunos baldíos y otros callejones o avenidas. Y el recambio tampoco es el absoluto salvador. Estamos atravesados, las manos, los pies. No deja de ser un impulso, la efervescencia, por no estar del todo descreídos o convencidos. algo a definir, un poquito más adelante. es eso, el tren partió ciudades mucho antes de que nos subiéramos, escurridizos, hasta otra estación. Ciudades que otros planos de urbanización seguirán partiendo. Lo desalentador sería, en todo caso, que en la perpetuidad del entramado no haya habido quienes, a contramano, inventaran formas de resistir y revelar que no todo está tan dicho. Sin ellos, sería más difícil encontrarnos, para seguir partiendo, con sentido. Solos, pasaría lo mismo, la historia nos absorbería como una aspiradora se llena la panza de pelusas. Que las bases no coincidan con el gobierno, en todo caso, es una generalización hasta confortable. Qué si nos abandonáramos, en contra no sólo de nosotros enredados, de la Historia en mayúsculas por la multiplicidad que alberga, sino del mañana que forma parte de cualquier engranaje. El tema venía por el otro lado, desarmar el torbellino que en las apuradas parece corresponderse, nota pasada de largo en la insistencia de consolidaciones, sin que se nos escapen, sin embargo, las particularidades del complemento material de los procesos, y recordando a interlocutores inflexibles que las cristalizaciones, son un acto entre otros, y sobre todo, no estáticas, ni desvinculadas, en todo caso el apuro no es tal, sino la exteriorización resolutiva, consciente, que en su plano imaginario encarna complejidades históricas simplificadas con fervor, y ordena sentimientos dispersos con el ritmo de los acontecimientos. se trata de aprovechar la ruptura, la participación en potencia, de simbolizarla, con consecuencias imprevisibles. la posibilidad de creer en algo por esa exaltación de cambio que recupera la voz. Por lo demás, sí prole, esperemos que no nos echen de la plaza.
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