la fiesta protagonizada ayer bancando al chivo no fue como el bar de la pirula. en parte, porque no vino boris. flojo, eh, nos hubiéramos divertido. esperaba verte, te busqué, así rápido con la mirada, pero. ¿me lees?, y en parte porque superábamos ampliamente los que entran en el departamento. en cambio charletta, tenés razón hermano, podría haberla hecho en el patio de su casa, total. antes de irme para la históricamente simbólica bajada, me reí del manojo de protagonistas que cantaron haciendo enojar a pocho. no dudé que íbamos a ser muchísimos más, y con música propia, enserio, sin teatro. De hecho, hace dos semanas, la juventud que banca al chivo juntó tres mil quinientos, para el lanzamiento, mínimo quince mil. ¿sonreirán ellos cuando sus dirigentes no se la juegan, ni atacan impresentables, ni defienden intereses populares, y cuando menos que menos, invocan a los sueños? qué satisfacciones tendrán, y qué, más grandes, impotencias. hay en el trasfondo del kirchnerismo una especie de jolgorio, digo, por abajo de la seriedad de un escenario político apenas cambiante, y detrás de las últimas preocupaciones que han logrado meternos, justo del otro lado del sabor amargo de las derrotas aprendidas, la práctica de ser kirchnerista, es alegría. confluye en una personificación bullanguera, combatiente, folclórica, intrínseca. se siente bien, aún cuando hay que retroceder para pelear al antikirchnerismo ferviente, pero más, cuando se reconoce en otros, incluso a distancia. porque a lo mejor uno está en otra sintonía, o con muchos apuntes arriba de la mesa, tres cuatro siglos de idas y venidas, y en el recreo -mucho más tranquilo a ése de cuando sonaba el timbre de la escuela y corríamos por salir del aula-, elige abrir un blog, leer alguna cosa, y entonces hay sensaciones que se instalan entre la soledad, oliver, y los siglos en apuntes a los que también le silenciaron esta fiesta, constitutiva o paralela, de cuerpos mentes que respiran al costado y al interior de otras batallas libradas. ni hablar que las formas se encuentran para deshacer las discreciones. igual estaría bueno leer al libertino victoriano en su autobiografía privada, que tanto tiene para hacernos hablar en la charla de examen de historia. pero bueno, mientras no cambiemos los planes de estudio, improvisamos en los márgenes de identificaciones placenteras. que deben tener que ver con la coincidencia directa entre las características más hondas de un entramado personal y las más inmediatas y también hondas de uno mayor, materializado, compartido. en esa confluencia, la continuidad es una caricia. y los y las que se están sumando, son otras caricias, en plural. próximas. que entre tanto absurdo existencial, y distracciones sinsentido, exista el kirchnerismo como espacio que se reconstruye y desplega a su paso líneas de pensamiento, causas revitalizadas, encuentros conjugables, es, como mínimo, motivo de fiesta. porque insisto, hay algo de roberto carlos en esto, de cóncavo y convexo, y lo que no se ha escrito. este sueño, bonito por demás.
10 diciembre, 2010
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