10 septiembre, 2010

suma de todos los días


Que no existe el instantaneísmo lo supimos antes de que word lo subrayara, mucho antes. Lo entendimos un poco después, tal vez, con las primeras repeticiones, cuando insistíamos sueños que veíamos alejarse y sin embargo la vida seguía. Con francisco quise salir del aula de tercer grado de la mano y dar vueltas manzanas, mirar la luna sentados en algún cordón de vereda y robarnos besos que siquiera imaginábamos. Pero francisco huía, rompía mis cartas, se ponía colorado. No era tan fácil desde entonces. En el 2001, los intermedios, supieron el mismo concepto, la historia no empezaba con ellos. Habrá que ver cómo lo aprenden, si les falta mucho, porque hay momentos en los que se hacen necesarios para la lucha nacional. La vertiginosidad de las fechas que vamos a ir llenando en agendas de acá a fin de año, y durante la campaña, se va a ir de bombo en bombo, de sentencias judiciales en nuevos medios que se abren, de debates en facultades a actos en los que dejamos la fuerza y seguimos renovados, enriquecidos por el número y los sentidos. Acompañado ese, nuestro paso, por las alianzas que se entreveran, los titulares de diarios que dispersan, los comentarios malabaristas que terminan por no decir nada. En fin, que vernos en número no haga perder de vista los que no están, que entusiasmarnos no nos haga quedarnos solos persiguiendo a francisco por los pasillos de la escuela.

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